¿Por qué se recomienda acompañar la medicina común con las flores de Bach?

  Se las recomienda fundamentalmente porque estos elementos refuerzan todo mecanismo orientado a la curación y a la armonización del hombre. A propósito de los procesos de curación, esta medicina no compite con la medicina tradicional porque recorre caminos diferentes, toma en cuenta parámetros distintos por lo tanto ninguna debería considerársela un sustituto de la otra.  Las Flores de Bach son efectivamente remedios curadores. NO obstante, su cualidad curadora depende en casi un 100% de la exactitud de la fórmula y esta se desprende de un análisis adecuado. Si se ha comprendido el mecanismo floral, si  se ha captado con seguridad las complejidades del cuadro, si  se han detectado con exactitud las emociones que giran en torno del paciente y se le suministran las esencias que su caso requiere ni más ni menos, entonces la curación se producirá indefectiblemente en el período estimado.   Cuando estas condiciones no son satisfechas, la curación tardará en llegar y lo más probable es que no se registren cambios visibles a nivel del organismo. 

Cuando la fórmula es puntual los resultados positivos no se hacen esperar pero debe uno ser cuidadoso porque el excesivo entusiasmo en las bondades de las flores, como así también,  la fe ciega no conducirán a puertos confiables. Si uno no se siente seguro todavía, no conviene intentar atacar una infección con remedios florales. No solamente sería poco práctico sino que sería un formidable error poniendo a la persona a riesgo de que la infección se extienda peligrosamente. Lo que debe hacerse en casos como éste es recurrir al médico de cabecera y seguir su tratamiento. En paralelo,  es indicado acompañar el tratamiento con las esencias con el único fin de impedir que la infección  vuelva a presentarse. El esfuerzo por detectar las emociones que allanan el paso a la infección rendirá sus frutos. Y podemos descubrir en la persona alguna tendencia al autosaboicot, alguna gama de miedos o envidias ocultas o que ha sido víctima de alguna estafa o decepción. Estos datos traídos a la superficie serán elementos valiosos si se lo sabe aprovechar y se evitarán sin dudas futuras amenazas.  Nada hay que un paciente agradezca más como el alivio de esos dolores emocionales que tanto lo perturban, la disipación de aquellas angustias que lo llevan a enfermar. 

Por ello, si todavía no estamos seguros, lo mejor es evitar una actitud desafiante o la fe ciega y proceder cuanto antes a curar la enfermedad por la vía tradicional, con los remedios tradicionales. Luego, como se ha dicho acompañar el tratamiento tradicional con estos impulsos energéticos para ayudar al paciente en sus dolores emocionales.  En este proceso podemos decir que primero procedemos a la curación, luego se procede a la sanación cuando el cuadro emocional está saneado y el individuo ya no necesita canalizar sus angustias por la vía del cuerpo.  El paciente que recibe impulsos florales en paralelo  siempre se sentirá mejor, más relajado, más optimista que aquél que no recibe esta ayuda.  Nuestro paciente  adoptará una actitud colaboradora con su médico, y con su tratamiento ; evidenciará una mejora más rápida y más completa.

Las estadísticas arrojan que todo paciente auxiliado en paralelo con estos impulsos vibracionales evidencia una más rápida mejoría al verse revertida su negatividad. Se observa:

• nula o menor recurrencia de la enfermedad,
• mejor descanso ; más prolongado y más profundo
• resurgimiento y movilización espontánea de las capacidades curativas interiores
• sueño productivo,
• buen humor
• espíritu de colaboración en su lucha por recuperar la salud,
• estado de fe y esperanza,
• mayor confianza, tolerancia y paciencia.
• Mayor facilidad de catarsis y depuración , permite eliminar toxicidades emocionales que han quedado ancladas en el organismo.  

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COMENTARIO ADICIONAL

El sistema floral funda sus bases sobre una iluminada posición acerca de la naturaleza del hombre, su evolución y el arte de curar entendiéndolo como una noble intromisión basada en el apasionado interés por descubrir los motivos reales que conducen al padecimiento y el compromiso sincero por ayudar hacia la superación de los males.

 Esta terapéutica permite comprender detalles y el sentido de la enfermedad como signo que revela afectos escondidos o inconfesos que son la raíz del sufrimiento. Bach las ha identificado como las “hierbas curativas que recibieron el poder de ayudarnos a preservar nuestra individualidad”

Las flores presentan alto poder reorganizador, interpretando al hombre en su circunstancia y alimentándolo con la energía que necesita. Con ellas siempre surge un “paciente colaborador” ; brindan apoyo espiritual y aclaran la conciencia.  Mejoran el estado mental y emocional de una persona lo cual ejerce influencias positivas que redundan en mejoras integrales teniendo en cuenta el correlato existente entre el cuerpo y un síntoma, entre las emociones y la salud.

Por su acción sobre el campo magnético, se produce un estado de fe que otorga fuerzas hacia acciones correctas, establecen corrientes sinérgicas, y así es como “suceden cosas” extrañas y formidables a raíz de un simple cambio de polaridades.

El suministro de energía refinada enriquece el campo de las visiones lo cual estimula el perfeccionamiento de recursos concientes e inconscientes que contribuyen a superar períodos de convalecencia,  mitigar el dolor, colaborar conciente e inconcientemente hacia la recuperación, detener o torcer el curso de la enfermedad.

Especialmente ante un uso remedial, conviene aclarar que la acción de estos elementos sobre los procesos patológicos incluso cuando resulta inmediata, es siempre indirecta. Estas influencias energéticas estimulan la respuesta de la persona como totalidad. Es decir provoca un cambio en su conciencia y en su estructura energética e inciden sobre el cuadro global modificándolo. No son infrecuentes los casos que asombran como por ejemplo un paciente con problemas de oído que siente su oído destaparse de golpe en el medio de su rastreo personal gracias al que emergió en su conciencia un asunto clave.

A menudo los pacientes "resistentes" esos que "no creen" resultan un motivo de preocupación y duda respecto de si esta terapia será efectiva en tales casos. Si bien suele pensarse que poco o nada ocurre en esta dinámica si el paciente no participa a conciencia con sus fuerzas curativas y que en su compromiso personal reside gran parte del éxito de la cura, descubrimos que, en períodos de convalecencia, esto es sólo una verdad a medias. Estos remedios colaboran siempre con el paciente brindando a su sistema integral energía de máxima pureza que se manifiesta en múltiples beneficios observables y no observables, inmediatos y a largo plazo, en todos los planos de su existencia: en el cuerpo físico, en su campo áurico, en sus arenas emocionales, en su universo mental. Esta es una verdad comprobable: las Flores de Bach son siempre una energía benéfica.  El paciente se sentirá bien aunque su personalidad le impida reconocerlo y será entoces esta expresión de su personalidad el punto detectable para no descuidar; el dato que nos permitirá ayudarlo en sus miedos, en sus desconfianza, en su intolerancia a lo distinto, etc. etc.  Si el paciente da muestras de sentirse peor, entonces habrá que pensar en los efectos paradojales o revisar si acaso no está sufriendo una baja energética de tipo Gorse, Gentian, Mustard o Willow.  

Algo debe quedar claro: Las Flores de Bach, como el agua, siempre darán beneficios. En esta premisa debe basarse todo intento floral y en consecuencia toda respuesta adversa deberá ser entendida como dato valioso que aflora y del que debemos servirnos para guiar nuestro trabajo integral. Es un hecho el que por acción de la flor, se agilizan los procesos de curación, se suavizan las agitaciones emocionales, la psiquis se acopla a las fuerzas curativas y los cambios benéficos se materializan. Este modo de pensar las flores debe ser utilizado también en nuestra práctica personal, es decir en todo trabajo de auto-ayuda donde no hay relación médico-paciente. Y esto define un desafío sin parangón porque somos a la vez receptores y monitores del proceso. 

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