|
Síndrome
metabólico - Cuestión de Ángeles y demonios
¿Qué
es el síndrome metabólico? ¿Por
qué es una cuestión de ángeles y demonios?
El
síndrome metabólico consiste en la aparición simultánea o progresiva de un
conjunto de síntomas, indicando problemas
de salud de distinta naturaleza. El síndrome metabólico no
es considerado una única enfermedad, sino la combinación de varias, por eso se
lo conoce también como síndrome plurimetabólico. Entre los síntomas
combinados figuran: compromiso con el metabolismo, el
aparato respiratorio, circulatorio, cardiovascular. alto nivel de colesterol y triglicéridos en sangre,
hipertensión arterial, diabetes: intolerancia a la glucosa, obesidad,
adiposidad especialmente en abdomen, riesgo de enfermedad coronaria, cardiovascular,
cerebrovascular. Pueden presentarse
también cuadros alérgicos, especialmente ante un tratamiento deficiente. Pero
la ausencia de tratamiento efectivo limita la calidad de vida y puede derivar en una franca disminución
en la supervivencia.
Causas
y tratamientos para el síndrome metabólico
¿Qué
causa el síndrome metabólico? Se
cree que factores genéticos serían responsables de este problema de salud. Sin
embargo, también se hace hincapié en factores ambientales y en el estilo de
vida como propiciadores de esta mal. Los
malos hábitos en la alimentación, la falta de ejercicio físico son factores a
tener en cuenta ya que el sobrepeso, la vida sedentaria promueven el desarrollo
de obesidad. Como hay riesgo de diabetes y de colesterol alto, las dietas con
alto contenido graso deben interrumpirse para evitar que prospere el síndrome
metabólico. Dado que también hay compromiso con el sistema cardiovascular, cuando
se presenta el síndrome metabólico se busca por todos los medios ---incluida
la comida---frenar la hipertensión arterial. Desde luego, superar la y
obesidad, el sedentarismo, el tabaquismo y la sobrealimentación se constituyen en objetivos clave.
Actualmente una de cada 5 personas del mundo occidental es considerada una bomba
de tiempo cardiovascular, a causa del síndrome metabólico cuya población de
riesgo ronda entre los 35 y 55 años sin distinciones de sexo. Por
lo general, este enfermo consulta al médico cuando su cuadro ha avanzado y
cuando ya se encuentra experimentando problemas
en su organismo. Pero venía teniendo señales en su carácter,
en pensamientos, en sus preocupaciones que prefirió negar, minimizar o
postergar. Quien presenta un cuadro de
sindrome metabólico por lo general no está llevando una vida armoniosa y
feliz: convive con asuntos pendientes, sentimientos
desagradables que no lo dejan tranquilo, a menudo es víctima de aspiraciones
muy altas y se lleva muy mal con el paso del tiempo. El mundo interior de la
persona que desarrolla el síndrome metabólico es tormentosa, con ansias de paz
pero con dificultades para vivir la paz interior, con ciertas reservas para
ingresar en su interior y conocerse. Se trata de personas con mayor tendencia a
somatizar que a concientizar. Por lo general, aunque hay excepciones, se trata
de gente de acción, no tanto de reflexión. Su lema es "hago luego
pienso"; "quiero esto ahora"; "necesito aquello para
ayer". Ambiciosos, perfeccionistas, por lo general ocupando
puestos de autoridad. Desde nuestra visión
floral, el síndrome metabólico es la consecuencia de lo que podría llamarse
convivir con demonios
en la conciencia. Análogamente, la superación de este trastorno debe venir acompañada de
algo así como el Angel de la Guarda. No estoy refiriéndome a una manera ideal
o romántica de resolver las cosas, sino a una muy práctica –enérgica y
vital---que lo invito a considerar.
Los
interrogantes que inmediatamente surgen son:
¿Por qué figuran los antidepresivos entre los remedios
que se recetan para “combatir” el síndrome metabólico?
¿Por
qué se prescribe un cambio en el estilo de vida orientado a la tranquilidad, la
paz, la armonía mental?
¿Qué
motivos explican que el tratamiento incluya una dieta rica en alimentos
naturales y actividad física con preferencia del ejercicio aeróbico y al aire
libre?
¿Acaso
no se está buscando por estos medios reponer las energías, las fuerzas
vitales?.
En este sentido, estas elecciones médicas no pueden ser más
acertadas, El síndrome metabólico
puede servirnos como la gráfica viviente del descalabro descomunal que puede
causar el desequilibrio energético, ---o la falta de energías y el consecuente
desequilibrio emocional-- en la vida del hombre
La
población de riesgo de presentar síndrome metabólico ronda entre los 35 y 50
años en el mundo occidental. Estos índices coinciden con la población
productiva de un país. Una población cargada de problemas de trabajo,
preocupaciones por asuntos de dinero,
obligaciones, apuros, incertidumbres, celos, desconfianza y miedos relacionados
con el futuro. Una generación cada
vez menos conectada con la gente y más conectada con las computadoras;
absorbiendo ondas electromagnéticas durante horas todos los días en lugar de
absorber las ricas y vivificantes vibraciones en los intercambios humanos. Las
jornadas laborales se extienden ocupando espacios de ocio y sofocando la
liviandad que deberían tener los fines de semana.
Y esto es motivo de desgaste energético y desequilibrio emocional si
tenemos en cuenta que el ocio, las vacaciones, los fines de semana, el aire
libre, el contacto con amigos, la alegría y diversión auténticas (no
la euforia o la histeria), son fuentes de energía y canales de intercambio y
liberación de energías. Cuando estamos
desbordados de trabajo o de preocupaciones,
necesitamos “tomar un respiro y reponer energías”, “tomarnos vacaciones
y recargar las pilas”, evitamos
las tareas pesadas o la gente “con mala onda” y nos arrimamos a nuestros seres queridos porque
necesitamos rodearnos de energías benefactoras como son las de belleza, amor, comprensión, paciencia,
etc. Energías positivas traen a la conciencia pensamientos positivos. Y así
como los pensamientos negativos generan daños al organismo, así también los
positivos resultan energías benefactoras, auténticos remedios. Enfermar y
sanar: una cuestión de energías.
Los
seres humanos somos capaces de experimentar emociones intensas; ello no
significa que todas resulten desgastantes ni nocivas a nuestro sistema integral.
Podemos desbordarnos de alegría
cuando nos ganamos un premio; pero entonces no experimentamos la necesidad de
reponer energías ni de tomarnos vacaciones pues la alegría misma de la mención
nos ha repuesto las energías con creces. Y algo en nuestro interior estalla
como consecuencia de la buena noticia,
nos impide mantenernos quietos. Un impulso irrefrenable nos hace saltar, cantar,
gritar, bailar, escribir una carta o componer una melodía. Al punto tal que
cuando se sofoca la libre expresión de esta energía magnífica, cuando se le impide
salir afuera, el individuo suele enfermar: una gripe, un resfrío, una
contractura, un nudo en la garganta o en la boca del estómago, la pérdida de
la voz, etc. Cualquier síntoma, por leve, no deja de señalar un bloqueo
energético. Aunque hermosa esta energía del premio recibido puede
desencadenar malestares si no se la deja circular. Necesitamos liberar toda
energía que ingresa en el sistema; también las magníficas. Esa energía
radiante que ingresó en nuestro sistema de un golpe con
la buena noticia necesita circular hasta liberarse. Experimentamos un estado de
bienestar porque esa energía radiante ha regado, ha ingresado como baño de luz
para la totalidad de nuestro sistema y así es que experimentamos una
iluminación en la conciencia, nos sentimos livianos, contentos,
motivados, etc. todos ellos estados muy buenos. Lo contrario se aplica de
idéntica manera e intensidad.
Obtenemos
resultados igualmente intensos pero de carga energética contraria ante las
malas noticias: aparece el decaimiento, la des-motivación, etc. El entorno
cotidiano de la mayoría de las personas que presentan cuadro de sindrome
metabólico está rodeado de factores que, al contrario de aportar energías,
las consumen. Un poco como apagar la luz. Inhiben la libre circulación de la
energía. A menudo prejuicios, reglamentos, cuestiones de formas y estilos
impiden una expresión libre de las emociones. Características del ambiente
aportarán lo suyo: las computadoras, las oficinas mal ventiladas, el
ambiente tenso, el smog de las ciudades, el embotellamiento, las horas extras, chupan la energía.
La desgastan. Y el cuerpo se resiente; se queja. El cuerpo habla con los
síntomas: Quien quiere oir que oiga,
dice el cuerpo. Pero que oiga a tiempo y que obra con sabiduría.
Los
síntomas del síndrome metabólico, con su población de riesgo, dan cuenta de
la infelicidad y el descalabro que produce la tensión que se vive hoy en las
grandes ciudades obsesionadas por las finanzas, enfermas de información,
infelices y frustradas ante la obligación
incumplida de ser felices en ese hotel de lujo, de esa isla paradisíaca, en esa
semana de oferta en las agencias de turismo----que hay que
aprovechar para parecer inteligentes, modernos, informados, o para
mostrar un estándard de vida envidiable.
Si a ello hay que sumarle los problemas cotidianos típicos que se tiene
en las grandes ciudades con los horarios, las finanzas, la competencia feroz, podemos comprender que
el síndrome metabólico no afecte a los animales, ni a los niños ni a los
campesinos. Y que pronto llegue a extenderse como riesgo para la vida personas
cada vez más jóvenes.
Por
lo general se coincide en que el mejor tratamiento para el Síndrome metabólico
es la prevención, el control de los factores de riesgo y el cambio en el estilo
de vida. Y en este punto surge otro interrogante: ¿mediante qué medios
efectivos se ha de prevenir el desarrollo del sindrome metabólico, el cambio en
el estilo de vida y el control de los factores de riesgo si no es por la vía
emocional? Cuando leemos semejante prescripciones, parecen lógicas y
sencillas de aplicar, pero lo cierto es que si resulta que la solución es tan simple,
¿por qué entonces es el síndrome
metabólico tan difícil de frenar, y por qué, a pesar de los esfuerzos de médicos
y de laboratorios farmacológicos, parece ir ganando terreno y ampliando el
segmento de víctimas con el correr del tiempo?
¿Por
qué no se recetan los remedios para la emoción en los consultorios
médicos?
Peor
aún: ¿Qué hace que algunos médicos eviten interesarse en esta temática tan
conocida, tan bien aprovechada por la gente común y que tan buenos resultados
produce con ausencia de efectos colaterales adversos?
¿Es
ésta una pregunta de difícil respuesta, o acaso esta pregunta está tocando la
vanidad profesional?
El
panorama que ofrece el síndrome metabólico no es alentador. La actitud tozuda
de algunos médicos, tampoco. Sin embargo,
siempre hay una buena noticia. Los especialistas aseguran que pueden prevenirse
serias complicaciones como las cardíacas,
muy sencillamente mediante programas preventivos en defensa de la buena
salud como por ejemplo, tratamientos para bajar de peso, actividad física o
programas para dejar de fumar. Aseguran también que a la detección oportuna
del problema se llega por medios accesibles y muy simples: basta someter una
muestra a análisis clínicos cotidianos en sangre y orina para obtener el diagnóstico.
Y diagnóstico en mano, comenzar el tratamiento. Está claro que, como en la mayoría de los problemas, también para los
problemas de salud, en la detección
oportuna del problema está la mitad de la solución.
Pero a no olvidar que hay otra mitad esperando. La otra mitad
correspondiente a la solución podría
encontrarse en las formas. Las formas de resolver el problema: ¿otra cuestión de
energías, o es cuestión de plantearse los interrogantes correctos, y no los
habituales?
¿Cómo
pueden las personas cooperar con el tratamiento de Síndrome Metabólico?
¿Cómo
pueden cumplir con esa prescripción médica de mejorar la calidad de vida?
¿Se
sienten todas con energía para de la noche al
mañana, y a partir de mañana, forzar
cambios drásticos en su manera de vivir?
¿O
acaso esta imposición por parte de la autoridad no resulta un elemento más para agregar a la
lista de preocupaciones?
La
vida de quien produce un síndrome metabólico no es sencilla ni pausada. Los
buenos consejos por parte de médicos, jefes,
familiares y amigos, para tranquilizar al enfermo con síndrome metabólico
le resultan a este enfermo completamente enfermantes. Las mejores
intenciones pueden llenarlo de furia, crispar sus nervios, convencerlo de que se
encuentra solo y que nadie lo comprende.
¿Cómo
se hace para modificar de una vez y para siempre factores que han sido centrales
y característicos en
la vida de todo hombre?
¿Cómo se hace para afrontar la angustia y
para llevar, además, a partir de ahora mismo una vida feliz?
La
medicina tradicional propone resolver estos obstáculos con calmantes para los nervios y antidepresivos. ¿Es
la salida correcta y efectiva?
La
situación es preocupante si se la observa desde un plano más general y
abarcativo: Los pacientes con sindrome metabólico conviven con demonios en sus
conciencias, esto está claro. Pero ¿qué puede decirse de aquellos médicos
que descalifican vías de resolución más efectivas, más sanas; que
desvalorizan los remedios para la emoción o la homeopatía por considerarlas
medicinas folklóricas, superchería o prácticas alquimistas de la Edad Media?
Entre la población de riesgo, el porcentaje de médicos que se ha registrado
padeciendo de síndrome metabólico resulta abrumadora. ¿Acaso estos
médicos, en tanto seres humanos, no necesitan remedio para sanar sus emociones
y para clarificar sus mentes?
Porque el
hombre es mucho más que la suma de un cuerpo, una mente y un espíritu, porque
es el resultado de una intrincada combinación de estas entidades, nunca
conviene olvidar que si no se opera sobre la emoción, los esfuerzos sobre el
pensamiento y sobre las acciones serán enormes; y sus resultados, dudosos. Que
los descalabros emocionales no hacen distinción de raza, nivel intelectual ni
tipo de formación académica: tocan tanto al hombre común como al gran
especialista de cualquier área. Si no se da tratamiento a la emoción que
perturba, sea ésta desconfianza, miedo, celos, tozudez, ansias de dominio, etc.
los pensamientos habituales
continuarán su curso y torturando. Para el paciente con síndrome metabólico,
los pensamientos torturantes habituales continuarán torturando aún durante las
clases de gimnasia al aire libre o mientras se aplica al desayuno con
alimentos integrales. Si se pretende una superación completa del problema lo
mejor será avanzar, adentrarse, dejar atrás las soluciones de maquillaje,
llegar a esa pulpa y a ese corazón que se encuentran al fondo y del otro lado
de la cáscara.
Gracias al
cocktail de remedios comunes que por lo general incluirá antidepresivos,
tranquilizantes, remedio para nivelar la presión sanguínea, remedio para la
diabetes y para el colesterol, seguido de los remedios secundarios como por
ejemplo, para prevenir la acidez, el malestar estomacal o hepático, o
úlceras duodenales ocasionados por la batería de químicos que ingresan en el
organismo con cada tableta, seguramente la mente quedará libre por un
rato de la catarata de pensamientos ahora sumidos en un estado de aturdimiento,
o adormecidos. Pero los efectos anestésicos no harán desaparecer la naturaleza
emocional que define a una mentalidad, ni hará desaparecer a las penas. Nunca.
Prueba de ello es el síndrome de abstinencia que aparece con furia ante la
falta de algún ingrediente de este cocktail. La persona experimenta una suba en
la presión arterial, porque las preocupaciones regresan. Los remedios comunes
no ofrecen solución a los problemas humanos. Los remedios para la emoción si:
ayudan al individuo a optimizar sus propios recursos para recuperar el
equilibrio emocional y la consecuente claridad mental.
En la medida que no se imprima una nueva dirección a la
conciencia, el mundo interior permanecerá inalterable; habitado por demonios. Los resultados de los
esfuerzos logrados abusando y desgastando las fuerzas de voluntad, si buenos, serán de corta duración. Tener presente la incidencia
del pensamiento sobre el estado de salud es una medida atinada. Pero sostener
una atención efectiva de las energías (emocionales) que están orientando la cadena del
pensamiento resultará en acciones aún más sabias y en resultados todavía
más efectivos. Aprender a auto-asistirse en la emoción produce
beneficios dignos de ser experimentados, ofrece una cadena de progresos auténticos y perdurables en la vida de estas personas
que merecen con urgencia retornar a un estilo de vida gratificante. Porque el pensamiento es energía, atender a
las energías emocionales será una medida inteligente capaz de resultar en el doble de
satisfacciones, en la mitad de tiempo.
El mundo interior de
todas las personas está habitado por ángeles y por demonios, en proporciones
variables. Cuando se habla de mejorar la calidad de vida lo mejor que puede
hacerse es tratar de interpretar completamente esta recomendación de principio
a fin: desde origen hasta dar con la consecuencia. Cuando este análisis se
lleva a cabo no tarda uno en comprender que la calidad de vida que hay que mejorar es la interior. Más
lugar para los ángeles, más límites a los demonios. El que el propio Sigmund Freud
invitara a sus pacientes a "convocar a los demonios"
para superar sus fobias es prueba suficiente de que el mundo
interior de todos los humanos está poblado de ángeles y de demonios. Algo
indiscutible ocurre en nuestro mundo mental cuando machacan los demonios. No se los ve, pero se los
siente. Su presencia es energía. Se deja sentir y a menudo es excesiva la
fuerza que requiere el intento por disimular su carga. Ningún
intelectual, ningún científico, ningún deportista, ni siquiera el Papa puede
arrogarse el estar por encima y emancipado de sus propias emociones.
Todos
convivimos con ángeles y con demonios cuyas energías vibra en nuestro mundo
interior y nos orientan hacia la acción; esta es una verdad. Qué hace cada
cual para neutralizar las cargas negativas es harina de otro costal. Desde este
sitio recomendamos enfáticamente interesarse por dominar las técnicas para sanar
las emociones con energías emocionales. Sanar emociones: nunca adormecerlas
Sanar las emociones implica entrar en contacto con ellas, afrontarlas,
asumirlas, reconocerlas como propias. Explorarlas para enterarse del mensaje
implícito en ellas y que va revelándose con llamativa gracia a través de
síntomas, del desarrollo de obsesiones e intereses personales, y con las
conductas. Nos llevamos sorpresas siempre bien recibidas al descubrir que al
final de cuentas, aquellos demonios no eran nuestros peores enemigos.
Cuando convocamos a los demonios y les hacemos
frente, cuando empezamos a dialogar con ellos, empezamos a comprender su origen,
su propósito; entonces, podemos empezar a comprenderlos. Empiezan a
reconciliarse partes ocultas y oscuras de nuestra personalidad, con las más
brillantes y mejor exhibidas. De este modo puede avanzarse hacia el
acuerdo interior hacia proyectos más útiles y actitudes más acertadas. Lo
contrario es desgraciado: La persona que niega sus celos, además de estar en
problemas, quedará rezagada de múltiples maneras. Lo mismo ocurrirá con quien
reniega de sus fobias, de sus inseguridades, de sus soledades y angustias. Nadie
está exento de ellas, pero cada uno evidenciará una manera personal de
abordarlas. Solo en la comprensión, en la reflexión sincera y solitaria puede
prosperar un tratamiento completo. A diferencia del abordaje médico
empeñado en "dar batalla y combatir al mal", la responsabilidad
personal del practicante floral consiste en afrontar y aceptar para descubrir,
corregir y superar. En resumidas, cuentas, la tarea consiste en dejar de batallar en contra del problema
para
resolver el problema. Dejar atrás la porfía de eliminar un supuesto enemigo
interior permitirá ganancias estupendas como por ejemplo, descubrir un aliado
enmascarado en el enemigo de siempre. Cuando esto ocurre, las fuerzas interiores
se amalgaman a nuestro favor. La carga energética de aquél enemigo no se
pierde porque no se o ha eliminado, (se lo ha revelado, traído a
la luz y a la superficie); tampoco se desgastan nuestras energías porque no
aparece la lucha ni el afán de eliminación.
Si nos
sentimos bajo los dictados abusivos de un saboteador interior, podemos hacerle
frente solo con nuestras energías renovadas. Entonces, conseguimos apagar la radio
tortura, y al hacerlo, ingresan en nuestro interior las voces sabias,
protectoras, creativas e impulsoras. Gracias a un impulso emocional adecuado
como el que ofrecen los remedios florales, re-aparecen las entidades
benignas,
las sentimos. Algo así como el Angel de la Guarda emerge y se hace sentir embelleciendo
experiencias, embelleciendo incluso la
naturaleza de los sueños. Con las emociones armonizadas, esa energía malgastada en
pesadillas reorienta su carga y empezamos a tener sueños de belleza, de
abundancia, riqueza en las ideas y efectividad en acciones productivas en el mundo exterior.
Los beneficios que solo el dominio del remedio emocional puede conseguir no
merecen ni deberían tolerar la descalificación de nadie. Es tan grande el
progreso que facilita un buen trabajo con las energías contenidas en las
esencias, como grande es el atraso y el consumo de energías que se observan en
los enfoques terapéuticos obtusos, prejuiciosos, cínicos o anticuados. Así
como ocurre con las personas, hay remedios que brindan energías, otros nos la
consumen. Pero en todo momento es nuestra la responsabilidad de elegir para
nosotros el mejor.
Si bien es
cierto que a los efectos de superar el síndrome metabólico resulta
imprescindible el restablecimiento general acompañándolo con un estilo de vida
saludable y una dieta apropiada, no es menos cierto que para generar estos
acompañamientos es necesaria la energía emocional positiva. Forzar a una
persona a disminuir su ritmo cotidiano, a trabajar menos horas y a practicar
natación no implica necesariamente que esta persona consiga estar más tranquila y más
feliz en la piscina obedeciendo estas saludables pautas médicas. Ni que
disfrute en el intento. Todo lo
contrario; en la mayoría de los casos, son llamativamente estas pautas médicas
los factores que peor exasperar al paciente. Consiguen desesperarlo por
lo cual, los antidepresivos vendrían al rescate. Los pacientes rechazan estas
pautas que obligan a cambios de vida drásticos, les resultan una
incomodidad, un estorbo, una tarea más para cumplir sin ganas. Si este paciente
no consigue llevar a cabo las
actividades terapéuticas con alegría y entusiasmo, si las realiza con
pesadumbre y por
obligación, generando en un clima interior desagradable, significa que estas
pautas no
constituyen el remedio para él; que estas actividades no son las indicadas para su caso ni
constituyen la vía que lo ayudará a liberar las energías acumuladas. Indica
también que habrá que explorar hasta encontrar esas vías de descarga
saludable, Y esta es una llamada de atención a no dejar pasar: Por lo
general, luego de algunos meses de intento se opta por abandonar sin sustitutos
razonables a la vista. Estos pacientes sufren presionados por sus propios
conceptos y limitaciones. Son por lo general muy estructurados, burocráticos,
cargando con miedos ocultos o con prejuicios: lejos están de aceptar o permitirse
tratamientos que aviven la creatividad para superar un problema del organismo. Y
mucho menos de adoptar estos intentos como estilo de vida renovado. No
es exagerado afirmar que en la mayoría de los casos son las pautas y creencias
culturales las que necesitan
tratamiento urgente. Mejorar el
estilo de vida es el resultado de mejorar el mundo interior.
Si
usted ha desarrollado el síndrome metabólico aproveche para preguntarse, ¿Quién se encuentra gobernando
mi mundo interior ahora mismo; un ángel o un
demonio?
La
felicidad es una manea de pensar que puede aprenderse.
"En
la felicidad no hay lugar para la enfermedad,
... la enfermedad es la última etapa de una causa mucho más profunda que se
encuentra en la mente, es la materialización de un conflicto de naturaleza
mental-emocional. aseguraba el Dr. Edward Bach, quien
descubriera los remedios para sanar emociones agrupados en el set de esencias
que llevan su nombre.
Las Flores de Bach no curan los síntomas ni las
enfermedades atacándolos directamente como a se ataca a los enemigos. No
batalle en contra de la enfermedad, recomendaba sabia y pacientemente el Dr.
Bach: batallar en su contra aumenta su poder, aseguraba.
Bien
utilizadas, las Flores de Bach curan síntomas y enfermedades porque van sanando
las emociones adversas que fueron su causa.
Las terapia floral bienentendida
propone un enfoque amable pero no menos riguroso; comprensivo pero no menos exigente respecto de la responsabilidad
que debe asumir cada cual en pos de su sanación integral. Bajo ningún
pretexto ha de eximirse al enfermo de la responsabilidad de su propio progreso.
Todo individuo es responsable de su propia curación. BAch.
La
vida interior de quien produce un síndrome metabólico es turbulenta. Se la
vive como incompleta, imperfecta; con esa insatisfacción característica que
viene con las ambiciones excesivas. Puede tratarse de una vida rica en objetos y
pobre en felicidad; rica en allegados, y pobre en amistad o en confianza. Rica
en experiencias y pobre en gratificaciones reales, en tranquilidad, amor o
sosiego. Cada cual deberá revisar la suya si aspira a superar su problema de
salud porque... detrás
de toda enfermedad reposan nuestros miedos, nuestras ansiedades , nuestras
ambiciones, nuestros gustos y nuestras aversiones. Vamos a buscarlos y
curarlos, y junto con su curación se irá la enfermedad que estamos sufriendo....
Todo
en la naturaleza es simple y perfecto; Nuestros problemas no están en las
estrellas.
El método de curación es simple: Ojalá que la simpleza de este método no los
aleje de su empleo.
Edward Bach
g
-
MANUALES
DE AFLORARTE
-
- Completa
tus conocimientos y aprende las técnicas necesarias de
aplicar a la hora de trabajar con Flores de Bach
-
Aflorarte.com
está activo en Internet desde 1998
Contacto
Solicitar
Consulta
Copyright
© 2000-2008: www.aflorarte.com Todos
los derechos reservados
Iniciativa de
Liliana Dercyé:
www.lilianadercye.com
/ www.loqueengordaeslaemocion.com
|
|